Historía

Historia

        Medellín de Bravo es una localidad del estado de Veracruz, antiguamente llamado Tecamachalco, de su antiguo nombre náhuatl, Tetl, piedra; Kamachili, quijada; Ko en, que significa “ En la quijada de la piedra”. Después de la célebre batalla denominada “La noche triste”, el entonces vencido Hernán Cortés ordenó a Gonzalo de Sandoval (mismo origen de Cortés), la fundación de Medellín en el año de 1523, para recordar la población española de igual nombre, en la provincia de Extremadura, donde el conquistador había nacido, orden que cumplió el valiente capitán tras haber conquistado la región Orizabeña. Por causas no especificadas, la fundación de la villa se suspendió, pero para 1522 se instaló su teórico ayuntamiento en el rumbo de Tuxtepec, y fue poco después, cuando Andrés de Tapia, en el mismo año 1522, lo estableció donde todavía está.

     A punto estuvo, el por entonces recién fundado pueblo de Medellín, de ser el definitivo asiento de la Villa Rica de la Veracruz, cuando se pensó en moverse esta población del tercero de sus sitios, o sea la margen del río de La Antigua, de donde le viene el nombre con el cual se conoce el paraje, lo anterior en vista de que tal lugar no cubría  las exigencias requeridas y presentaba, además, diversos problemas; este proyecto fue discutido a fines del Siglo XVI, contando con diversas y vigorosas corrientes de opinión en el sentido de pasar Veracruz a Medellín, en donde los españoles ahí moraban hicieron fuerte presión aunque en definitiva, se estrellaron con otros intereses; por lo tanto, determinó el virrey, Conde de Monterrey, que la ciudad de Veracruz volviera a su sede primitiva, que es donde en la actualidad se encuentra y en donde se instaló a principios de Siglo XVII.

          El pueblo de Medellín desde entonces quedó, por su proximidad al puerto y por su clima benigno y agradable paisaje, como un lugar de veraneo de los veracruzanos, quienes acostumbraban pasar en hermosas Quintas de campo, el rigor de la estación calurosa. Ahí las familias porteñas más ricas levantaron cómodas casas de campo, haciéndose famoso el lugar por sus temporadas de baños en el Río Jamapa, y por las fiestas campiranas que matizaban Medellín, todavía a principios de la actual centuria.

Francisco de Montejo, más tarde conquistador de Yucatán, y quién había sido enviado a España para informar al emperador Carlos V, consiguió que este librara reales cédulas concediendo Escudo de Armas a Veracruz, Medellín y a la Villa Rica del Espíritu Santo, las tres fundadas por los conquistadores a los cuales el monarca hizo merced de sus respectivos blasones, los primeros otorgados para poblaciones veracruzanas.

     El despecho correspondiente a Medellín fue firmado en Pamplona, en el año de 1523, su escudo es el que ilustra esta plana: Sobre campo blanco figura un águila coronada ostentando pico y garras doradas, cerrándose tal motivo heráldico con una orla en oro y en la que aparecen ocho taos o piedras preciosas en azul, y que eran muy estimadas en la antigüedad. En esta misma Villa de Medellín, pero el 18 de Octubre de 1812, tuvo lugar el magnánimo episodio del perdón, otorgado por el Guerrero Insurgente, General Nicolás Bravo, a 300 prisioneros españoles, tomados en San Agustín del Palmar, en ese mismo año, no obstante que su padre, Don Leonardo Bravo había sido ejecutado por las fuerzas realistas poco antes, por lo cual eran culpables indirectos de la determinación que había tomado el Virrey Venegas para ejecutarlo  a garrote vil, en honor a la gentileza de este caudillo Insurgente, se llama ahora Villa de Medellín de Bravo.

     En el mismo paraje, acampó años después, el general conservador Miguel Miramón, con el ejército que pretendía tomar el puerto de Veracruz, a la razón en poder de Benito Juárez, y donde publico las famosas Leyes de Reforma, cimiento social de la organización jurídico-política de la Nación. 

Posteriormente, el 13  de Enero de 1915, se fundó en este lugar, el Primer Comité Agrario del Estado y el Primer Ejido (Ejido Medellín), al ser expedida la Ley Agraria por Venustiano Carranza.